Acabo de enterarme de que la obra literaria de Raymond Carver, el autor de ‘Cathedral’, que estudiamos este año pasado, fue alterada en gran medida por su editor Gordon Lish y que buena parte de la frialdad, el minimalismo y ese ‘realismo sucio’ que caracterizaban a sus narraciones eran debidas a este último. Al parecer, se trata de una polémica que se inició nada menos que en 1998 con la publicación en el New York Times del artículo escrito por un tal D. T. Max, quien se tomó la molestia de visitar la biblioteca de la ciudad de Bloomington. Allí es donde reposan los manuscritos originales de Carver y las correcciones efectuadas sobre los mismos por su editor Lish. Las modificaciones que éste hizo sobre la obra de Carver llegan hasta el punto de, por ejemplo, cambiar el final a diez de los trece cuentos que componen la antología De qué hablamos cuando hablamos de amor. Más tarde, el escritor italiano Alessandro Baricco confirmó la investigación de D. T. Max en un artículo que a su vez publica en el diario La Reppublica (ver http://www.jornada.unam.mx/1999/08/29/sem-baricco.html )
¡De lo que se entera uno! Esta noticia (‘noticia’ para mí, se entiende) hace que me pregunte hasta qué punto es relevante, desde un punto de vista puramente literario, quién fue el artífice de la obra final. Desde luego como lectores, debería importarnos bien poco. Lo que cuenta es el resultado, no a quién debemos atribuirle el mérito. Sin embargo, como estudiosos de la literatura (¡y mira que me pasé horas estudiando a los autores incluidos en el programa!) creo que sí es relevante el cómo se construyó el producto final. Me imagino que en los Anales de la Literatura no se incluye ningún dato hasta que no ha sido convenientemente contrastado y adquiere la categoría de hecho (más o menos) histórico, pero personalmente me hubiese gustado que se hiciese alguna referencia a este asunto que, a la hora de estudiar a Carver como persona y como escritor, es tan relevante. Al menos a mí así me lo parece.
Es interesante el artículo del diario La Reppublica. Deja abierta la puerta a nuevas interpretaciones de la obra y la figura de Carver y a su vez plantea la posibilidad de leer un texto en dos versiones distintas con matices de fondo distintos. Supongo que situaciones como la que se presenta aquí, de editores transformando la obra original de escritores hoy en día reconocidos se han dado siempre: desde cambios pequeños no intencionados producidos por monjes medievales, pasando por impresores que quitaban o añadían palabras según la conveniencia tipográfica o los dueños de compañías teatrales y teatros en el periodo isabelino, que consideraban la obra pagada como suya a todos los efectos, o intervenciones más radicales debidas a la influencia de mecenas que preferían finales distintos o exigían cambios sustanciales. En el caso de los cuentos de Carver parece que la influencia del editor no hace que desmerezca la obra, sino que le da otra dimensión. No estaría mal que se publicaran estas colecciones de cuentos en su doble versión.
ReplyDeleteHasta a Shakespeare lo mejoran los editores... o lo empeoran, de todo hay.
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